sábado, 26 de mayo de 2012

Unas monedas en su gorra (relato)

 
Yo también fui un triunfador. A los treinta años tenía mujer, un hijo y una unifamiliar y todo esto trabajando. Luego la sociedad se encargó de seguir comiéndoles el coco a mi mujer y a su familia y me obligaron a trabajar más, a tener más y a ser siempre más. Ella decidió irse con alguien que lo tenía todo, un deportivo, mucha pasta en el banco y un cuerpo de lujo y yo fui una de esas "víctimas de la crisis" por lo que me quedé en la calle de la noche a la mañana.

Mi mujer decidió divorciarse y dejarme en la calle, se quedó con nuestro piso, a pesar de que siempre ha vivido en el chalet de su nuevo marido, y con lo poco que me dio el paro, en mi empresa me hacían contrato cuando les apetecía, empecé a vivir en la calle. Siempre me gustó la música y tenía una guitarra en casa que nunca tocaba demasiado por falta de tiempo pero que bajo esas circunstancias se tuvo que convertir en mi herramienta de trabajo.

"Cuando tengo mi guitarra nada puede sucederme" cantó el Yosi una vez y yo me sentía así. Curiosamente, al fin pude hacer lo que verdaderamente me gustaba. Me dejé el pelo largo y la barba, vivía un poco como los pájaros, me alimentaba del aire y viajé por toda Europa donde un músico callejero nunca ha sido mal visto, más bien todo lo contrario.

Con el tiempo volví a este país y he estado en varias ciudades. Una vez mi hijo me echó una moneda en la gorra y no me reconoció. Intenté levantarme para saludarle pero mi mujer se lo llevó violentamente. No tengo nada en la vida, un euro o dos para comer, una guitarra y un perro. La acera como colchón, mi luna es una farola y varios cartones me cubren cada noche a expensas de que un día llegue cualquiera y me de una paliza, me robe o me mate. No tengo nada, sólo el mundo bajo mis pies para ser feliz y para no volver a caer en la trampa que nos siguen vendiendo por la tele.


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