domingo, 27 de agosto de 2017
Esperando a la muerte (reflexión)
No hacemos otra cosa desde que nacemos. Vivimos siempre en el tiempo de descuento. Nunca tenemos ni la menor idea de cuándo llegará la muerte a visitarnos. Mientras tanto vamos intentando llenar nuestro tiempo con aficiones, parejas sentimentales, trabajos desagradables y actividades similares para paliar, en la medida de lo posible, los agrios efectos de la agonía. Cada día que nos levantamos es uno menos para el gran final. Cada hora sentimos la degradación de nuestro organismo y cómo comenzamos a ser la sombra de lo que fuimos. Nada de lo que hagas te salvará. Da lo mismo que los libros de autoayuda, los psicólogos, los cantantes de rock y los expertos te digan lo contrario. Vas a morir igualmente. Lo mismo da que seas feliz a que no dejes de pensar en este instante. Lo mismo da que le vendas al mundo lo maravilloso que eres o que no quieras compartir ni una triste foto de tu jeta en tus redes sociales. La muerte es el filtro ecuánime, el fin del camino, el único eje sobre el que gira la existencia y el ansiado punto final.
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