La obra poética, y periodística, de Cirlot es bastante conocida, pero esta novela filosófica sigue siendo una obra de culto más que recomendable. Curiosamente, se iba a publicar en 1950 y no fue hasta el centenario del nacimiento del autor cuando se encontró su manuscrito para editarlo tal y como él había creado la novela.
La censura franquista la prohibió por considerarla «de grosera moralidad» quedándose exclusivamente en los detalles más sórdidos de la trama. José Janés, el que iba a publicar la obra, le respondió al censor de forma magistral al indicar que la obra no le haría daño a nadie al ser casi imposible de entender para el lector medio español.
No le faltaba razón. Se nos narra la historia de un hombre que sale a pasear por su ciudad durante la noche. En su recorrido va acudiendo a aquellos puntos estratégicos donde fue feliz alguna vez, a un prostíbulo llamado Nebiros y regresa a su casa para emprender una nueva etapa en una vida sin sentido que quiere, pero no puede cambiar.
El monólogo interior es constante por lo que podrás saber qué piensa el protagonista. En cada frase se encuentran razonamientos filosóficos que ya se encontraban en obras de Cioran o Pessoa por citar dos ejemplos.
En el fondo, la obra no deja de ser un viaje en espiral hacia nuestra peor parte para intentar que despertemos del sueño que nos impide avanzar o llevar la vida que nos apetezca. El autor se adelantó varias décadas a la evolución lógica de la literatura de posguerra más costumbrista. Su estilo es áspero, seco, bronco e incluso se podría afirmar que te exige leer un par de veces cada página para entender mejor el sentido de la obra.
Como novela es perfecta y confirma que Cirlot es uno de nuestros grandes autores, aunque luego fuera conocido por su labor profesional en el mundo del periodismo. Obligada lectura para los que quieren que una obra deje una marca indeleble en su mente.
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