Tras ganar el premio Primavera de novela con esta obra, el autor parece consagrarse entre los más destacados del país, pero con una propuesta totalmente opuesta a la que llena los anaqueles de las librerías y las páginas web.
Lo normal es encontrarse o con una novela negra, o con una reflexión filosófica o con una novela con un tema polémico. Simón tiene claro que lo más importante de una novela es, precisamente, que lo sea. Y esta lo es porque recoge la tradición de la novela de la década de los 50 recordando a autores como Cela o Delibes en algún que otro pasaje.
La influencia de Pavese y el reflejo de varios años en la vida del protagonista es tan acertado como recomendable para los que huyen del más de lo mismo. Su prosa es fácil, pero preñada con recursos, que no trucos, que confirman que el antedicho es un enorme lector que ha sabido darle a su texto la esencia necesaria para que no pase desapercibido.
Semejante cúmulo de virtudes convierte su novela en un perfecto ejemplo de elegancia literaria y en una rara avis que deleitará a los amantes de la literatura de siempre. Todo un honor poder leer esta obra entre tanto libro de usar y tirar.
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