Emile M. Cioran vuelve a estar de actualidad con la publicación de sus diarios al completo. Sin embargo, hace algunos años que Tusquets editó estos cuadernos que pasamos a comentar.
Debemos comenzar indicando que Cioran, casi como Montaigne, solía escribir ideas sueltas en cuadernos para recuperarlas posteriormente. Es más, antes de morir indicó que sus cuadernos debían ser quemados ya que nada de lo que estaba en ellos escrito merecía la pena.
La modestia del filósofo siempre le llevó a no valorar su enorme legado, pero es posible que tuviera razón en lo que indicaba. Resulta casi imposible seguir una línea narrativa o cierto orden en sus pensamientos y la lectura tiene los clásicos destellos del autor, aunque también algunas pinceladas sobre nuestro país que confirman tanto su admiración como la denominada clásica gilipollez española.
Así, nos acercamos más al Cioran persona que al filósofo lo que quizá venga a destrozar el mito que le rodeaba. No aconsejaría a nadie que comenzase leyendo esta obra para conocer su filosofía, pero sí es altamente recomendable para los que ya saben cómo se las gasta un existencialista tan irrepetible como él.
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