Ildefonso Falcones logró un gran éxito con La catedral del mar, una historia nacionalista de poco fuste para nosotros, y desde entonce se ha tenido que enfrentar a dos acusaciones. La primera se centra en la presunta autoría de las novelas, muchos opinan que sus textos están escritos por varias personas y que él sólo da la cara. La segunda es que se nos narra siempre una historia de lo más simple pero aliñada ligeramente con varios detalles de enciclopedia para darle visos de novela histórica. De la primera acusación no diremos nada, de la segunda sí y mucho, sobre todo teniendo en cuenta la última novela del autor.
La táctica de Falcones se centra en esta ocasión en las campañas del siglo XVIII que los reyes del país organizaron contra los gitanos. Salvando este supuesto contexto histórico, que se comenta con alfileres durante la novela y en tres páginas al final de la misma, estamos ante un folletín decimonónico de complicada digestión. Marcarse setecientas cincuenta y dos páginas para contarnos la historia de una esclava, una gitana y sus satélites nos parece la consecuencia de la industria editorial española. Se siguen vendiendo libros al peso y vale más el número de páginas que el contenido.
Con una fuerte influencia de Charles Dickens, por no decir de Walt Disney, los buenos son muy buenos pero sufren mucho y los malos son muy malos y terminan mal. Nada más. Ni un recurso estilístico, ni un guiño a la inteligencia del lector, ni un intento por ir algo más allá. Personajes planos, trama que se ve venir desde el principio y que no termina de arrancar y páginas y páginas de textos que parecen escritos por un alumno de la antigua E.G.B.
Esta es la "literatura" que intentan clavarnos desde las editoriales. Eso sí, para tu abuela, tu tía pija que no ha leído en su vida o alguna persona que leía a Corín Tellado es ideal.
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