La nueva novela de Vargas Llosa vuelve a sorprender no tanto por su argumento, es la historia de un chantaje, como por su forma de contarnos algo tan manido que parece que no nos conquistará pero que termina metiéndonos en el universo del autor que termina enseñando los galones de Nobel de literatura.
Que conste que aunque hemos disfrutado mucho de algunas de sus novelas, el autor no es, precisamente, de nuestros favoritos. Igualmente, aunque adolezca de la profundidad de Murakami o de la rudeza de Bukowski, demuestra perfectamente cómo se puede jugar con el lenguaje y llegar a tejer una historia con una prolija adjetivación y con un uso de los recursos estilísticos que puede llegar a marear a los amantes de la literatura sin aditivos.
Aun así, la historia logra convencerte no tanto por el desenlace de la misma o por su desarrollo como por volver a jugar con el texto que no deja de ser una especie de reto al lector para que se meta en el universo del autor que aunque sea el mismo de siempre sigue siendo más que interesante. Recomendable para estas tardes de otoño.
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