Sonaba el despertador y te levantabas corriendo, un tazón de Cola Cao, pan con Nocilla y a lavarse la cara el Megatón en la mochila y al colegio. Bajo el crucifijo omnipotente se nos descubrían los misterios de la vida, sobre el tapiz verde el maestro nos abría las puertas al futuro, bajo el pupitre estaba el chicle clandestino. Ramírez te agobiaba en el recreo, Laurita te enamoraba rodillas gastadas, Megatón derretido y mucho movimiento, corrías como si fuera lo último que ibas a hacer en tu vida, la energía era tu arma contra los sedentarios mayores. Vuelta a casa, comida a regañadientes deberes, familia y descanso cena ante la tele que nos educaba a ratos. Luego Instituto, amores adolescentes que dejan huella niñatas insolentes que jugaron con tu corazón y que ahora no recuerdas. Y al fin la Universidad, donde los funcionarios te quitan las ganas de seguir aprendiendo, donde te engañan sabiendo que el paro y la muerte es lo único que te queda en la vida. Donde puede que llegue tu am...