domingo, 8 de noviembre de 2009

La vida que fue


Sonaba el despertador y te levantabas corriendo,
un tazón de Cola Cao, pan con Nocilla y a lavarse la cara
el Megatón en la mochila y al colegio.
Bajo el crucifijo omnipotente se nos descubrían los misterios de la vida,
sobre el tapiz verde el maestro nos abría las puertas al futuro,
bajo el pupitre estaba el chicle clandestino.

Ramírez te agobiaba en el recreo, Laurita te enamoraba
rodillas gastadas, Megatón derretido y mucho movimiento,
corrías como si fuera lo último que ibas a hacer en tu vida,
la energía era tu arma contra los sedentarios mayores.

Vuelta a casa, comida a regañadientes
deberes, familia y descanso
cena ante la tele que nos educaba a ratos.

Luego Instituto, amores adolescentes que dejan huella
niñatas insolentes que jugaron con tu corazón y que ahora no recuerdas.
Y al fin la Universidad, donde los funcionarios te quitan las ganas de seguir aprendiendo,
donde te engañan sabiendo que el paro y la muerte es lo único que te queda en la vida.
Donde puede que llegue tu amor definitivo que te arrojará al mar a las primeras de cambio.
Donde la mentira es el secreto para medrar, para llegar a lo más alto, para engañar al estudiante que trabajará por los profesores.
Y ahora ¿qué?, una muerte segura y poco más es lo que te espera a la vuelta de la esquina.
Y aún sigue tu abuela diciéndote aquello de : Tienes toda la vida por delante.
La vida nunca va por delante, siempre se queda detrás, por delante sólo queda un ansiado punto final, el telonazo a tanta tristeza, a los desvelos, al nerviosismo y a la enfermedad.
El descanso eterno junto a los que un día se fueron para no volver.

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