Guardi e ladri, de 1951, es una de las mejores películas de la filmografía del legendario Totò. El actor interpreta a un sinvergüenza que vive del timo y de la estafa y por su culpa un policía se queda sin trabajo debido a una de sus clásicas fugas.
Cuando se podría esperar el melodrama habitual de la década de los años cincuenta, se opta por pintar la otra cara de la moneda. El policía no sólo se apiada del delincuente sino que incluso ayuda a su familia y a sus hijos a que tengan un futuro mejor. Al final incluso acuerda una forma para que el ladrón cumpla con la justicia sin causar demasiados estragos.
Totò borda su papel de maleante y seductor a partes iguales. Aldo Fabrizi logra una interpretación histórica, como suele ser habitual en él. Mario Monicelli y Steno dirigen perfectamente a ambos actores y logra forjar una historia que conmueve y divierte a partes iguales. Obra maestra del cine que nos ayuda a darnos cuenta de que las historias, si son buenas, no necesitan de efectos especiales.
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