Cuando leas esta carta ya no estaré aquí, quizás me encuentres más allá de las estrellas o tirado en una cuneta devorado por las ratas, no lo sé, pero ya habré descansado en paz. Por eso te aconsejo que no te dejes morder por los que te sonríen y que no sonrías a los que te muerden. No intentes ir contra todos porque son más que tú y lograrán que dobles la rodilla. No te fíes de los que se llaman amigos sin que tú les consideres como tales y tampoco de los de tu propia familia que son peores que los de la calle. En definitiva, vive tu vida como lo haría un perro, mira por tus propias necesidades de cada momento y no intentes pensar en lo que harás dentro de dos días porque quizás la muerte, la pena, el desamor, el odio o la desidia tienen mejores planes para ti.
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