Tras la insoportable Patria y una obra todavía peor, Los vencejos, llega una nueva novela de un autor al que muchos críticos equiparan a Cervantes sin sonrojo alguno cuando, en realidad, esto cada vez se parece más al cuento del traje del emperador en el que quien dice lo contrario parece estar fuera de lugar.
Lo peor es que parece que el escritor sigue abonado al tema de ETA, teniendo en cuenta los rendimientos obtenidos, y que en este caso no se sabe exactamente si intenta poner de idiotas a los jóvenes que entraron en la banda en su momento o si comenta cómo se quedaron descolocados los distintos comandos activos cuando los terroristas decidieron cortar la lucha armada a cambio de los beneficios de todo tipo que reciben del gobierno actual.
Y entre idas y venidas, se va narrando la historia de Joseba y Asier, dos idiotas que jamás llegaron a atentar, pero cuyo reflejo es tan débil que apenas se reconoce. El texto es burdo, sin recursos estilísticos y no habría sido aceptado por ninguna editorial si lo firmase un desconocido. Un ejemplo más de que quien publica en este país es quien tiene cierta fama y no quien tiene la calidad suficiente para hacerlo.
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