El tumor cerebral que le ha costado a Ray Loriga la visión de un ojo y años de convalecencia también le ha convertido en un escritor nuevo. Su manera de redactar esta novela se aleja totalmente del maldistismo de sus inicios para adentrarse en un estilo adulto, fresco y con claras reminiscencias de la mejor literatura estadounidense.
Es la narrada su propia historia y la de su amistad con el protagonista de la novela. El punto de partida de la pareja es la decisión de uno de los dos. A partir de ahí, se detallan los recuerdos y los momentos compartidos a lo largo de los años, pero sin nostalgia, más bien tirando de una utilidad práctica que confirma que ambos siguen siendo tan fuertes como antaño a pesar de las enfermedades y de las decisiones.
Bien podría haber caído Loriga en el error de lo emotivo, de la autocompasión o del drama, pero no es así. Su asepsia le permite dar un paso al lado de la trama para reforzar su potencia con indudable elegancia. Obra de madurez totalmente necesaria para inaugurar una nueva etapa en la vida literaria de uno de nuestros grandes autores.
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