Márkaris comenzó a escribir tras cumplir 50 años. Semejante descubrimiento le ayudó a crear la serie del comisario Jaritos, una especie de Plinio, del genial García Pavón, griego que resuelve múltiples casos al estilo mediterráneo.
Lo malo es que si el antedicho personaje español se beneficiaba de las características de nuestro país para denunciar la falta de medios y tiraba de inteligencia, su versión griega hace aguas por todas partes. En este caso, se repasa la situación que vivimos durante la pandemia, lo más valioso y el testimonio de una etapa para olvidar, pero no llega a convencer a nadie el desarrollo de la trama.
Los continuos parones, la apuesta por el costumbrismo, el repaso a la historia de las movilizaciones sociales y otros recursos provocan que nos alejemos del argumento y que nos perdamos en una trama que no tiene nada de interesante y que confirma que no resulta nada fácil ser ese genio de la novela negra que muchos piensan.
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