La inmensa obra de Agatha Christie siempre ha generado una interesante división de opiniones. Para algunos, siempre escribió la misma novela para personas aburridas. Para otros, sentó las bases de la novela negra, aunque con una simplicidad que no siempre fue la mejor compañera de viaje de historias que suelen quedar en agua de borrajas, pero que esconden mucho más de lo que parece.
En este caso se analiza el asesinato de una persona durante la Navidad. Poirot, esa especie de imitador de Sherlock Holmes con menos fondo psicológico, actúa con la sagacidad de siempre, pero llega a ser un tanto cansina. No en vano, el 80 % de la novela se centra en situar la acción con cierta pesadez heredada de las novelas por entregas.
La resolución del crimen es brillante, pero se queda uno con la duda de si esta es una novela más de Agatha Christie o el patrón que explotó hasta la saciedad cambiando nombres, situaciones y títulos para seguir haciendo caja.
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