La novela que reseñamos ha sido una de las más vendidas de Donna Leon y la vigésimoquinta del mismo palo que edita. Por puro interés antropológico comenzamos su lectura con la mayor de las cautelas y nos dimos cuenta de que la realidad siempre puede empeorar. Se trata, como en otras ocasiones, de una nueva aventura de Brunetti, ese detective que es una pura sombra sin personalidad alguna, en su Venecia natal.
Si no fuera por los pasajes que parecen encargados por la oficina de Turismo de la citada pedanía de Mestre, la novela sería bastante floja. El caso de una chica que cae a un canal y sus funestas consecuencias apenas logran enganchar al lector que termina la novela a duras penas y con la gran sorpresa de que semejante obra se haya vendido tanto. Ni un toque de misterio, ni un solo giro que despiste al personal, ni una descripción de más, absolutamente nada. Esto es novela de aeropuerto pura y dura. El género tiene miles de lectores por lo que merece nuestros respetos. Lo dicho, de no ser por Venecia esta novela se habría quedado pegada al barro de la laguna. Prescindible.
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