Si bien la filmografía de Álex de la Iglesia tiene altibajos que pueden resultar desesperantes, no es el caso de esta magnífica serie en la que une distintos aspectos como la fantasía, el terror y la religión gracias a un sólido guión que te deja con ganas de más.
Exceptuando a un débil, en lo interpretativo, Silvestre, el resto de actores, especialmente Eduard Fernández, están a un altísimo nivel. Destaca la serie por limitarse el escenario a un pequeño pueblo en el que se crea una escenografía perfecta, tétrica y con visos de película de terror de las de siempre.
Ocho capítulos, el peor es el primero por si se te quitan las ganas de verla, que confirman que el director vuelve por sus fueros con una historia que no te deja ni respirar. Obligatoria para pasar un buen rato y para darle vueltas a algún que otro pensamiento que deja caer su guión.
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