Tras la repugnante censura ejecutada por el Gobierno contra la serie La infiltrada llega esta nueva película sobre la banda de asesinos ETA.
El guion gira en torno a la operación organizada por la Guardia Civil para detectar los zulos de los terroristas en el sur de Francia. Fue el antedicho cuerpo, ahora azote de los corruptos, el que terminó con la banda y no el partido que nos gobierna, por más que Patxi López diga lo contrario, que no ha tardado mucho en comerse la boca con los que mataron a más de 800 personas sin arrepentirse de nada.
La cinta repasa atentados tan brutales como el de Gregorio Ordóñez, Ernest Lluch o Miguel Ángel Blanco, entre otros. Nadie destaca en lo interpretativo, aunque se mantiene el nivel en todo momento. Más que una película que genere tensión o suspense es casi una crónica periodística de unos años insoportables que ahora han blanqueado algunos llevando a La Moncloa a los mensajeros de esta panda de hijos de puta.
Que cada cual decida si la ve o si no la ve o si a la hora de votar es mejor agarrarse al miedo de lo que vendrá o al socio de Otegui que, por cierto, declaró que «jamás hemos conseguido tanto sin gastar una bala».
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