Si Entre limones se convirtió en un best seller gracias al boca a boca de muchos extranjeros que vivían en el sur de España, este libro que nos ocupa quizás no vendió tanto pero es, definitivamente, mejor que el primero. Stewart sigue usando su prosa al estilo de los cuentos infantiles para narrarnos cómo sigue siendo la vida en El Valero.
El autor es lo suficientemente hábil como para ir dosificando los sucesos que le ocurren pero en esta novela hay incluso varios guiños a su éxito editorial. El comienzo del citado libro, la entrevista que le hacen, en la que narra su vida musical, y el abandono de los periodistas del valle se convierten en uno de los capítulos más selectos del libro.
El pildorazo a los funcionarios de este país al intentar conocer algo más sobre la construcción de una presa junto a su cortijo es antológico. Muy divertido nos parece también lo vivido con Trev, el diseñador de piscinas, cuando le vende la moto de una laguna ecológica de incierto resultado. Porca, el loro, es otro de los protagonistas del libro.
La prosa fácil del autor, el gusto por La Alpujarra y las ganas de agradar siguen siendo las credenciales de un escritor accidental que sigue demostrando que no por contar historias sin calado intelectual hay que convertirse en un novelista de aeropuerto. Recomendable.
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