Eloy Moreno sorprendió a la industria editorial con su novela El bolígrafo de gel verde. La primera novela siempre es la tarjeta de presentación de un autor, la segunda es la más complicada ya que puede significar el espaldarazo a su carrera o la desaparición de un escritor. Moreno se lía la manta a la cabeza en esta novela para mostrar sus influencias en una obra sólida que recuerda a otros pero que se enmarca en los parámetros de su propia literatura.
La primera página nos recuerda a Murakami al 100%, luego se pasa a un estilo que recuerda a Wolfe y a los escritores de la posguerra española para concluir con pinceladas de Bécquer y Dickens. ¿Es posible fundir semejante variedad de estilos en el crisol de una novela? Antes de leer esta obra pensábamos que no, ahora estamos convencidos de que sí es posible.
La acción se enmarca en Toledo y versa sobre los secretos que todos tenemos y que nos permiten luchar contra la existencia más rutinaria. Moreno usa ideas que todos hemos tenido alguna vez al mirar una ciudad para redactar, en esos fragmentos, una especie de La Colmena del siglo XXI. En otros fragmentos tira más a la novela decimonónica y en todos a lo que ha hecho que la literatura siga siendo un arte: los sentimientos.
Es posible que nos sorprendamos por los recursos estilísticos de las novelas actuales, por el marketing, por la temática o por lo que nos apetezca pensar en cada momento pero sólo los grandes autores te tocan la fibra sensible. Moreno se consagra con una de las mejores novelas en español de los últimos años. Si piensas que por tener publicidad la novela no tiene calidad te equivocas. Léela y ya nos contarás tu opinión. Adquisición obligada.
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