Que Pixar se supera en cada película no es una novedad, pero sí lo es que se haya pasado al cine adulto con esta obra maestra en la que se recogen las características más importantes de su forma de entender el cine.
Aparte de ser la primera película de Disney en la que una persona de raza negra es la protagonista, hay un poco de todo, pero sin caer en el error de centrarse en un único tema y estirarlo hasta el final.
Hay pinceladas filosóficas, fábulas, aventuras, emoción y mensajes de manera continua. Nos sigue sorprendiendo cómo han conseguido evolucionar su técnica de animación hasta el extremo (si ves la película en Disney + te recomendamos que pares la reproducción durante la escena en la que el protagonista se está cortando el pelo para comprobar lo que decimos) y cómo los guionistas son capaces de mezclar la fantasía de antaño con la realidad de hogaño.
Equilibrada, emocionante, divertida, sorprendente y todos los adjetivos que quieras utilizar son insuficientes para disfrutar de una película distinta que vuelve a marcar la diferencia gracias a las mentes del flexo saltarín. Que sea por muchos años.
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