La novela de la malagueña García Llovet ha sido muy bien recibida por la crítica, pero sigo sin saber exactamente por qué. Algunos indican que va a lo más básico y que no aburre, otros subrayan el dominio del estilo y la mayoría se rinden ante una presunta genialidad que ha de estar tan escondida que pasa desapercibida.
Y pensamos así porque no nos convence, en absoluto, el irregular resultado final. En primer lugar, porque la historia no convence dadas sus múltiples e incomprensibles fisuras. La simplicidad esquemática de los personajes se completa con unos giros en la trama que llevan a la desesperación.
A la novela se le ven las costuras por todas partes y parece imposible saber si se trata de una crítica a la sociedad actual, de un ejercicio de sencillez o de una tomadura de pelo increíble perfectamente negociada por la agente de la autora. Tiene pasajes que recuerdan a novelas de la década de los 50 del pasado siglo, otros más actuales y la mayoría tan simples que no hay por dónde cogerlos. Seguro que se nos pasado algo por alto a la hora de intentar encontrar cuáles son los puntos fuertes de una novela exitosa, pero sin sustancia.
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