Que el manifiesto comunista no se lo creía ni Marx es un hecho. También que fue usado para asesinar a 130 millones de inocentes a cambio de una ideología inútil, falsa y con una teórica superioridad moral que algunos parásitos siguen explotando y otros incautos, normalmente estómagos agradecidos, siguen apoyando. El autor se propone analizar, en un librito de enorme interés, si semejante mamarrachada tendría cabida en el siglo XXI.
La conclusión es un rotundo no. No niega Slavoj Žižek que la idea era buena, pero le pega un repaso al sablista de Marx que lo desnuda de todo artificio. Lo único que salvaría fue la intención de cambiar el modelo económico, pero nada más.
Punto por punto va repasando los pilares de esta forma de pensar: la propiedad, la mercancía y la forma de entender la economía. Analiza, con precisión de cirujano, los errores originales y los que supondría su puesta en práctica en pleno liberalismo.
El resultado de la lectura es la confirmación de que más de 150 años después, lo que se proponía no hay quién se lo trague y que los que lo redactaron, sobre Engels porque Marx era tan inútil que no entendía ni su propia letra, jamás lo pusieron en práctica ya que era mejor vivir del igualitarismo y de la amistad. Libro interesante para metérselo por la cara a los que viven del contribuyente mientras viven en una mansión.
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