Si bien la novela se ha convertido en un éxito en muy pocas semanas, hay algunos aspectos que nos llaman poderosamente la atención y que, posiblemente, te hagan conocer mejor si tiene algo que ver, o no, con lo que se publicita.
El punto de partida es la desaparición de una estatura de Richard Serra de más de 30 toneladas de un depósito del museo Reina Sofía. Lo malo es que cuando piensas que te van a contar qué sucedió y cómo se resuelve el caso, lo único que encuentras es una serie de fragmentos de texto creando una especie de novela-documental que hace aguas por todas partes.
Y es que lo que podría haber sido una gran historia se narra desde todos los puntos de vista posibles y sin que Tallón cumpla con su obligación de novelista de indicar qué es real y qué es ficción. En semejante amalgama de opiniones hay, según el autor, una parte real y otra que no lo es, pero es cuestión del lector averiguarlo.
Así, el resultado es un plato combinado de novela de misterio, ensayo y crítica al arte contemporáneo servidos sobre un enorme plato de nada. Una pena que con tan buenos mimbres Tallón no se hubiera ceñido al desarrollo judicial de la historia para enfocar la narración de forma más eficaz.
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