Si el primer libro de los autores hablaba de la vida, el segundo prefiere el extremo opuesto y sirve de justificación a todo lo explicado. Una vez más, Arsuaga aporta toda la información científica y Millás conecta las piezas del rompecabezas para que todo sea más fácil de entender su funcionamiento.
Ahora bien, ¿dónde está el equilibrio entre lo didáctico, lo filosófico y lo literario? Es decir, no hablamos ya de la indudable importancia de la información que contiene la obra, sino de la forma de contarla que es tan clara como eficaz.
De hecho, Arsuaga se muestra con una vitalidad deslumbrante, mientras Millás intenta darle esa lija literaria que convierte a este ensayo casi en una novela. En ocasiones, el estilo es tan directo como falto de recursos. Lo habitual es que Millás se lleve el texto a su terreno convirtiéndolo casi en un diario de alguien que se enfrenta al complicado reto de vivir. Por lo tanto, el libro les gustará tanto a los que buscan un contenido filosófico como a los que quieren saber algo más sobre la vida. Se lee con facilidad y se aprende muchísimo. Poco más se le puede pedir.
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