El texto se rescata tras cuatro décadas de haberse publicado como novela corta, pero se le añaden varios fragmentos que terminan por convertirse en el pegamento entre las distintas partes de la vida del protagonista.
La clásica fantasía del autor se traslada en este caso a un amor de juventud y a una ciudad rodeada por una muralla. Las alusiones constantes a La caverna de Platón le van dando paso a un texto largo, en ocasiones de prosa poética, pero siempre con la marca de la casa. Se empeña Murakami en sus últimas obras en dejar atrás sus primeras etapas y en ser un escritor casi para escritores con todo lo que ello puede conllevar en lo relativo a conectar con su lector medio.
Sin negar que su estilo fotográfico siguen siendo muy personal, no es menos cierto que ha perdido parte del filo que tenía antaño para meterte de lleno en sus historias. Es esta una novela de madurez que lo tiene todo para convertirse en una de las de mayor calidad literaria de su producción. Luego vendrán los que afirmen que el autor abusa mucho de su propio estilo y que eso de que te guste o no es parecido al cuento del traje del emperador. Para gustos los colores, pero estamos ante la que será una de las mejores novelas del año.
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