Es Azcona un novelista/guionista que teje historias con las mismas fibras y con resultado similar. En definitiva, los grandes autores siempre escriben la misma novela, pero con variantes tan curiosas como las que se incluyen en esta obra.
Una vez más, la historia se centra en un perdedor y en el recorrido que hace desde el inicio hasta el final de la novela. La combinación de elementos opuestos sazonados con tópicos e ironía a raudales es más que suficiente para convertir una historia aparentemente insulsa en una obra marca de la casa.
La amargura, el darle la vuelta a las historias e incluso la denuncia social se unen en una historia de juventud en la que el protagonista pasa el verano en Ibiza abriendo su vida hacia un nuevo horizonte. A lo largo de sus páginas, Azcona derrocha maestría y elegancia a partes iguales. El mal sabor de boca que te inunda la boca al finalizar la lectura es marca de la casa. Buena novela que quizá traza una línea distinta a la habitual en su producción, pero que recoge todos los elementos que lo convirtieron en un grande.
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