Si La vida negociable (2019) fue una magnífica novela en la que Landero confirmaba su maestría con las palabras, en la presente obra es indudable subrayar que el autor es el mejor reflejo de que puede decirse muchísimo en menos páginas.
Narrada en primera persona, la historia mantiene la tensión y se justifica en la última página. Es en cada capítulo donde se va forjando la personalidad y la psicología de un personaje marcado, directamente, por los avatares de la vida y, se intuye, por una forma de pensar tan estricta con él como con los que le rodean.
Así, Marcial, un matarife filósofo y poeta, se atreve a escribir un ensayo sobre su persona y a confirmar, en varias ocasiones, que jamás habla en vano. Comentaba Landero que en realidad parece una distorsión de un personaje de Thomas Bernhard dándole una pátina de ironía que deja un sabor de boca tan amargo como curioso.
No por repetida, la historia deja de funcionar como un reloj suizo. La aparente prosa sin lijar no lo es tanto cuando se lee detenidamente. El autor indicaba que la novela le salió casi en escritura automática al sentirse empapado de la personalidad de su protagonista. El lector pensará que por fin tiene en sus manos una novela como tal que se ciñe a los cánones del género sin bandazos y sin necesidad de extravagancias.
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