Comentaba Pérez Reverte que con esta novela intentaba recuperar el estilo de las de Conan Doyle, pero desde un punto de vista distinto. Basil Rathbone, el actor que interpretó las mejores películas de Sherlock Holmes es el protagonista de la acción y se convierte en la clave para resolver varios asesinatos cometidos en un hotel.
En principio, dado el oficio del autor, nada puede fallar. Holmesiano de pro, Pérez Reverte conoce a la perfección la obra de Conan Doyle e incluso repasa algunos de los casos más famosos de Holmes para darle algo de lustre a la investigación que lleva a cabo el actor. Lo malo es que los crímenes y su resolución, que queda al arbitrio del lector, parecen poca cosa y había que engordar la novela añadiendo datos y comentarios sobre la filmografía y la biografía de Rathbone.
Semejantes digresiones empañan ligeramente el resultado final, aunque son de interés para quienes adoran un cine que ya no se hace. En definitiva, podría haber sido una novela perfecta tanto por tener menos de 200 páginas, al contrario que otras del autor, como por la temática, pero el mal sabor de boca que queda al final es el mejor abono de la incertidumbre de lo que pudo haber sido y no fue.
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