Pérez Gellida consiguió el premio Nadal por esta novela que utiliza como herramienta para desenvolver su forma de entender la literatura.
Si bien su forma de enmarcar la acción mete fragmentos de la historia de España bastante enciclopédicos que rompen la línea argumental, es cierto que la novela funciona bien hasta que llega la parte final. El estilo de la novela de posguerra, pinceladas de García Pavón y toques de novela de intriga del presente siglo consiguen que el producto sea agradable para cualquier lector independientemente de su edad.
En ocasiones, se le ven las costuras a los personajes, la trama no resulta clara y hay momentos de desesperación en los que se percibe que el escritor no ha sabido salir del reto que supone afrontar una novela de este tipo. Cerrar la historia al martillazo es algo que funciona y se agradece que no nos haya clavado una novela de 600 páginas para contar lo mismo de siempre. Pasable.
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